El Comité de Familias de Perseguidos Políticos denuncia 45 casos de persecusión en este Régimen. Todos han sido acusados, según ellos, con figuras similares como sabotaje y terrorismo o desestabilización del Estado. Entre los casos más importantes estan los de Cléver Jiménez, César Carrión, los 10 de Luluncoto, los tres de Cotopaxi, entre otros. Esposas, hermanas, padres, madres..., cuentan cómo cambiaron sus vidas a partir de estos hechos. Algunos casos aún se investigan y el anhelo de sus familias es vivir en paz.
Rocío Alba, esposa de Cléver Jiménez*
‘Vivo con la zozobra de que lo encuentren y lo maten’
Tenemos una vida tensa, todo esto es nuevo para nosotros, nunca nos pasó nada similar. La separación de Cléver nos da mucha tristeza, lo extraño mucho.
Él era la alegría de la casa, siempre estaba riéndose, cariñoso con mis hijos, preocupado de cómo les va, si les pasa algo o no.
Como él tenía que estar en Quito por el trabajo estábamos acostumbrados a tenerle en casa los jueves.
Ahora que él no está, solo conversamos por correo y él me da ánimo, me dice que sea optimista, que pronto va a pasar esto y que haga de cuenta de que él está de vacaciones. Nos transmite fortaleza desde donde está.
Mis hijos mayores entienden. El primero tiene 18, la segunda 17; ellos al menos se dan cuenta y le apoyan en esto. Con mi hija de dos años es difícil. Ve las fotos y todo el tiempo me dice que vayamos donde está el papá y se pone a llorar, me pregunta cuándo va a venir. Nosotros solo podemos ponerle videos o hacerle juegos para que se tranquilice. No sé cómo más consolarla, a veces ya no sé qué decirle.
A mi hijo le tocó convertirse en la figura paterna de la casa. El pasaba todo el tiempo en Quito y ahora se vino a Zamora para cuidarnos. Él le mima a la hermana. Pasamos todo el tiempo encerrados, no podemos salir porque tenemos miedo de que nos hagan algo. Nuestra rutina se limitó de la casa, al trabajo o al colegio.
Cristina es la que más se parece a Cléver, tiene el mismo carácter y su forma de ser. Siempre tiene las palabras exactas en la punta de la lengua. Cuando se ratificó la sentencia en su contra, ella estaba con nosotros y fue el apoyo de Cléver. Lo abrazaba y le decía que todo iba a pasar. Todo eso fue devastador para mi.
Me daba pánico solo pensar que en ese momento ya lo iban a meter preso y que puede perder la vida en la cárcel.
Lo primero que pensé fue qué voy hacer si me quedo sola. Estamos endeudados y él era el ingreso del hogar. Ahora estamos viviendo con un poco de dinero que había en la cuenta de Cléver y con mi sueldo. Yo soy secretaria. Este primer mes estamos saliendo, pero después no sé qué vayamos hacer. Tenemos que pagar un crédito del Seguro Social, la cuota es de $1 500 y yo apenas gano $570, no tengo ni para la mitad. Creo que voy a vender algunas cosas para solventar los gastos.
Cuando empezaron las amenazas yo si le decía, por el bienestar de nuestros hijos: Cléver, deja eso ahí, por favor. Sabía que era luchar contra corriente. Nunca pensé que esto podría pasar, porque decía que él era asambleísta y eso lo respaldaba un poco más. Ahora, mi mas grande miedo es qué va a pasar mañana. Vivo en la zozobra de que alguien tal vez comente donde vaya a estar y vaya la policía y lo maten. Mi única esperanza está en Dios.